Blockchain es de un conjunto de tecnologías que permiten llevar un registro seguro, descentralizado, sincronizado y distribuido de las operaciones digitales, sin necesidad de la intermediación de terceros.
Resumiéndolo mucho, se trata de un gran libro de cuentas en el que los registros (los bloques) están enlazados y cifrados para proteger la seguridad y privacidad de las transacciones. En otras palabras: una base de datos segura, gracias al cifrado, que se puede aplicar a todo tipo de transacciones, no solo financieras sino para todo lo que tiene valor.
Cada uno de los bloques de datos se encuentra protegido y vinculado entre sí, permitiendo la participación de determinados usuarios (cada uno, asociado a un bloque). Así, la transacción no la verifica un tercero, sino la red de nodos (computadores conectados a la red), que también es la que autoriza en consenso cualquier actualización en la Blockchain.
Para ejemplificar, se puede pensar que la empresa A quiere enviar dinero a la empresa B. Al hacerlo con blockchain, la transacción se representa como un bloque de datos, que se transmite a cada una de las partes que componen la red.
Esos últimos deben aprobar la validez de la operación. El dinero se mueve y el bloque quedará añadido a la cadena, generando así el registro inmutable y transparente.
Por tanto, la tecnología blockchain cumple la función de registrar, conservar y proteger la información de cualquier tipo de operación digital, sin intervención de terceros. En otras palabras, opera como una base de datos compartida y continuamente actualizada, lo que facilita el intercambio de activos y la gestión de contratos inteligentes, entre otras opciones.
En la práctica, puede usarse en un sin fin de industrias en tareas que van más allá del intercambio de dinero, como el registro contable, la trazabilidad de productos en la cadena de suministro, la gestión de historias clínicas y de identidad, planes de fidelización, contratos y resolución de controversia.